Hace unos cinco millones de años un terremoto destruyó la barrera rocosa que unía la Península Ibérica con África. Fue entonces cuando se estableció la circulación de aguas por el Estrecho entre los dos mares andaluces.
El paso de aguas atlánticas por Estrecho es superficial. La corriente se bifurca en dos en el Cabo de San Vicente.
Una de ellas se dirige hacia las Canarias y la otra penetra en el Golfo de Cádiz. Rebasadas las columnas de Hércules, la corriente continúa hasta llegar a la ciudad de Málaga, desde donde se dirige hacia el sudeste y forma un torbellino alrededor de la isla de Alborán.
Las aguas mediterráneas, más saladas y densas, vuelven más lentamente al Golfo de Cádiz por debajo de la corriente Atlántica entrante.
Es así como, al cabo de un siglo, se renuevan las aguas del Mediterráneo.
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