Ballena gris |
En el mar existe una vida que flota, una que nada y otra que se adhiere en el fondo. El ciclo se inicia con los microscópicos organismos flotantes -el plancton- que constituyen la fuente de alimentación de muchos seres vivos del mar.
El plancton tanto vegetal como animal es muy abundante en el Golfo de Cádiz y en el Mar de Alborán. Por ello, en las aguas andaluzas se encuentra una amplia variedad de especies -pulpos, estrellas de mar, gambas, lenguado, atún, ballenas- que sobreviven gracias a la abundancia de plancton.
En los fondos poco profundos y rocosos de los mares andaluces crecen las algas, y sobre los fondos blancos abundan las praderas de posidonia, únicas en el Mediterráneo.
Las zonas más profundas se cubren de esponjas, corales y anémonas. Por fin, entre el fango y la arena viven pequeños organismos que liberan distintas sustancias que ascienden a la superficie y sirven de nutriente al plancton. Y, de este modo, el ciclo se cierra.
Mamíferos marinos
Grandes ballenas, cachalotes e innumerables delfines son todavía avistados desde las costas mediterráneas. Estos animales son especialmente sensibles a la enorme contaminación que sufren nuestros mares, que debilitan sus defensas naturales y dificulta su reproducción, de por sí lenta.
Por otra parte, son cada vez más frecuentes los casos en los que los grandes mamíferos marinos quedan atrapados en las redes a la deriva que utilizan los pescadores.
La contaminación y la sobrepesca hacen que muchos cetáceos mediterráneos que, en otros tiempos, eran numerosos, se encuentren hoy en grave peligro de extinción.
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