lunes, 9 de diciembre de 2013


La costa de Doñana


Los corrales - Doñana
Los corrales - Doñana
La costa de Doñana nos ofrece la mayor playa de la peninsula. El fuerte viento dominante transporta la arena hacia el interior, donde forma majestuosas cadenas de dunas móviles paralelas a la costa. Entre duna y duna, en los corrales, crece el pinar. En las dunas móviles crecen la camarina y el barrón entre una fauna de insectos, culebras y lagartijas. Al amanecer, se dibujan en la húmeda arena las huellas del lince o el zorro, que pasaron la noche entre las dunas. Lentas, pero inexorables, las dunas avanzan hacia el interior sepultando pinares y cegando charcas. Sólo el retorcido enebro parece resistir el empuje de la arena y el viento.

En la playa, sobre la blanquísima arena, corretean charranes y correlimos. Posado en alguna de las antiguas torres vigías, el halcón peregrino otea el mar y la arena a la búsqueda de sus presas. Urracas y bandadas de gaviotas sobrevuelan el cielo tras los restos de crustáceos, moluscos y peces que han sido depositados en la arena. 

Los corrales

Alcotán - Doñana
Alcotán - Doñana
Entre dos frentes de dunas, en Doñana aparece una zona baja, húmeda y en ocasiones encharcada. Son los corrales, uno de los espacios exclusivos que el parque nos ofrece. En los corrales húmedos crece un tupido matorral con diversas especies de brezos bajo la copa de pinos aislados. En los corrales más secos abunda el pino piñonero, acompañado de un matorral bajo de jaguarzo y plantas aromáticas.

La fauna de los corrales es similar a la del matorral interior. Destacan el conejo, el lince, el jabalí, la víbora hocicuda y la culebra, a los que en invierno se unen aves migratorias como el alcotán.

Los corrales desaparecen con el avance de las cadenas dunares. Tras ellas, los campos de cruces testifican la existencia anterior del pinar.



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