Según la naturaleza del suelo
El terreno contribuye casi tanto como el clima al buen desarrollo de un árbol frutal. Los problemas debidos a un suelo inadecuado no siempre son visibles durante los primeros años. A veces ocurre que, en el momento en que las raíces del árbol alcanzan las capas profundas del suelo, el frutal se marchita súbitamente y sin que se sepamos por qué. En este caso, no hay que dudar en enviar una muestra del suelo y el subsuelo a un laboratorio especializado para que los analicen.
Tipos de suelos
Limoso, profundo, sano
Este tipo de suelo le va perfectamente al peral. A esta especie no le molesta un terreno bastante compacto y arcilloso, mientras que el agua no se estanque mucho tiempo. El manzano muestra la misma tolerancia, a la que se añade un buen comportamiento en un terreno calcáreo, al contrario que el peral. A todos los ciruelos, excepto al "Reina Claudia", debería gustarles este suelo, así como al cerezo.
Arenoso, ligero, permeable
Bien enriquecido con humus(compost o estiércol descompuesto) este terreno hará feliz al melocotonero. Los ciruelos, sobre todo los "Reina Claudia", también estarán a sus anchas. Antes de plantar en él un cerezo, hay que aportar compost y un abono de fondo. Por el contrario, manzanos y perales no encontrarán en estos suelos la humedad y los nutrientes que necesitan.
Pedregoso, calcáreo, permeable
Es el hábitat predilecto del albaricoquero. El melocotonero también prospera en él, tras realizar un aporte de materias orgánicas y si el clima le es favorable. Además, se puede plantar un ciruelo, preferentemente mirabel. Al cerezo también le gustará este tipo de suelo.
Margoso, con tendencia esponjosa
Esta clase de terreno no conviene a ningún árbol frutal. Se puede intentar cultivar en él una variedad muy rústica de ciruelo, ya que esta especie a veces se adapta de manera sorprendente a condiciones muy poco favorables.
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